Meterse con Papá Noel

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El sábado por la noche, a diferencia de los demás sábados vi un debate político-económico en La Sexta. Daniel Lacalle se ocupaba de explicar una pizarra económica y quería ver qué tal le iba. Entre los tertulianos encargados de darle la razón, rebatirle o, simplemente preguntarle, estaban Pablo Iglesias, a la izquierda de la izquierda con su nuevo partido político; Antonio Miguel Carmona, profesor en mi universidad, compañero de despacho, amigo del trabajo, socialista convencido, miembro del PSOE desde siempre, Nativel Preciados, Paco Marhuenda… y sinceramente, no me acuerdo del resto. Tampoco son relevantes para este breve comentario.

Daniel empezó a explicar los datos del paro, sus previsiones, sus razones para afirmar lo que afirmaba, y se abrió el debate en el plató y en Twitter. Yo me lo pasé como una niña chica en un circo, la verdad. Ver un evento en la televisión y «radiarlo» en Twitter es de las cosas que más me divierten del mundo. Y si encima hay discusión, pues entonces ya es lo más de lo más.

Sinceramente, a mí me parece que la defensa que hizo Daniel de sus ideas fue insuperable, yo me habría alejado de la postura «oficial» desde el principio, no habría dado fecha para la creación de empleo… matices. Pero en general, y probablemente porque en lo básico coincidimos bastante, me pareció que las críticas fueron rebatidas y contestadas.

Antonio me sorprendió porque se puso el gorro de político en vez de ponerse el de economista. Ya sé que muchos pensarán que mi capacidad de asombro es ilimitada. Y así es. Pero creo que se equivocó y que debería haber aportado argumentos económicos (con los que Daniel estaría de acuerdo o discreparía, pero estarían en el mismo plano). Sin embargo, se descolgó con mensajes populistas y slogans propios de una campaña electoral. Para mí un error.

Y entonces es cuando llega la realidad y te despierta. Y el dinosaurio aún sigue allí. Hablando con un amigo, me decía que la gente de la calle, del pueblo, había comprado toda la burra a Carmona. ¿Pero cómo es posible? Pues porque el populismo es como Papá Noel. El populismo es Carmona, o Soraya, o el que usted quiera, sonrientes besando niños, y prometiendo lo que usted necesita: aliento, esperanza, una voz que exprese su frustración, que se meta con los ricos, con los poderosos, con quien sea que haya provocado que no le llegue el sueldo, que su hijo está en paro, que la pensión no llega, que se hace cargo de los nietos, que vuelve a subir la luz, y los impuestos, y estamos hartos…. Y claro, usted, agotada, mira a la pantalla y ve a Papá Noel, repartiendo calor, sonrisas y juguetes, y al lado un tipo rubio, sonriente, con un rotulador naranja en la mano, metiéndose con Papá Noel. ¿A quién compra la burra? A Papá Noel. ¿Quién va a la hoguera? El rubio. Que además vive en Londres. Y es rubio.

Incluso si la realidad nos ofrece datos que corroboran lo que decía Daniel, a rasgos generales. Incluso si sabemos que el sistema político está sembrado de incentivos para no hacerlo bien, en el gobierno o en la oposición. Incluso si sabemos que necesitamos hacerlo de otra manera a como se hizo en la era Zapatero. No hay neurona que se resista a la sonrisa preñada de promesas falsas y de magia hueca de Papá Noel.

Daniel el Travieso puede estar orgulloso. Ha sembrado una semilla de realidad en las mentes de los televidentes.

Tú también eres troiko

Desde que Grecia se declaró en bancarrota y hubo que tomar medidas al respecto, la palabra troika ha invadido nuestro lenguaje, nuestros periódicos y nuestras vidas. Pero la palabra, de origen ruso, no es nueva. Así se designaba al equipo de trabajo formado por el presidente saliente, el presente y el futuro de la Comisión Europea, que pretendía conferir un aire de continuidad a la gestión europea. Hoy la troika comunitaria a forman la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo. Es decir, son las tres patas de la mesa que suministran dinero a los países quebrados o en vía de  hacerlo.

Cada vez que los titulares de los periódicos nos alteran con visitas de hombres de negro que vienen a robar el pan de la boca de nuestros hijos estamos hablando de comisionados de la troika.

Pero, a menudo se nos olvida que aquí, troikos somos todos, porque somos socios europeos, aceptamos a Barroso como presidente de la Comisión, y tenemos nuestro comisario local, Almunia. Somos como todos los demás. Por otro lado, España también pone dinero en el Banco Central Europeo, cerca de un 12%. Y también pertenecemos al Fondo Monetario Internacional.

Somos troikos. Fuimos hombres de negro para los griegos, portugueses e irlandeses. Nadie se manifestó cuando «ellos» (esos ellos que somos nosotros) impusieron condiciones durísimas a Grecia. Nadie se preocupa de nuestra responsabilidad en las condiciones que se le están exigiendo a Portugal, por ejemplo.

Formar parte de Europa consistía en algo más que poner la mano para recibir fondos estructurales. De 1989 hasta 2006, España fue el país que más fondos estructurales y de cohesión recibió, seguida de Alemania, con razón por la enorme rémora que supuso la unificación. En el período actual 2007-2013, Polonia es el primer país receptor seguido de España. Unos utilizaron de una manera sus fondos y otros de otra. Ahora España está quebrada y Alemania no. No lo hicieron «a nuestra costa», nosotros recibíamos como ellos.

Y ahora toca formar parte de Europa también en la adversidad. No soy especialmente europeísta, soy más partidaria de la libertad individual que de gobiernos centrales enormes que regulen hasta el volumen de aire que respiro, sea desde Bruselas, sea desde la Moncloa, sea desde el Palacio de Correos de Madrid. Pero es de sinvergüenzas no dar la cara cuando las cosas se ponen feas. Y esto es lo que parece que quienes reniegan de la troika están haciendo.

Éramos troikos para recibir, y ahora hay que seguir siéndolo para cumplir.

Aquí no pasa nada, preparen los botes

Tras un mes de alarma y desasosiego, parece que el final de julio ha impuesto un ritmo mucho más templado en los mercados financieros. Las famosas palabras de Draghi (haremos lo necesario y será suficiente) junto con la posibilidad abierta por Rajoy respecto a la petición de rescate han traído un poco de tranquilidad a nuestras vidas. Ya podemos centrar nuestra atención en la presunta trama rubalcabiana de Interligare, en los Juegos Olímpicos o en los ceses de Televisión Española, porque parece que no va a ser en agosto cuando nos rescaten.

Aquí no pasa nada

Así que muchos españoles se van de vacaciones o se quedan en su ciudad pensando en lo duro que va a ser amoldarse a las medidas del gobierno a partir de septiembre, pero con la convicción de que no iremos a peor. En parte, es así. Tenemos 30.000 millones de euros disponibles de los 100.000 millones que constituyen el rescate bancario ya aprobado. Y, al parecer en septiembre estará disponible el resto. Además, el FMI ha declarado que España ya está poniendo en práctica las medidas que el propio FMI recomendaría si le preguntasen. «Cuando vemos lo que España ha realizado y tiene voluntad de realizar no hay mucho más que elFMI podría pedir a España si estuviese en un programa» dijo Lagarde.

El ministro Luis de Guindos asegura que no se contempla el rescate. Rajoy también lo dijo en mayo. Almunia lo confirmó en junio. Y luego vino el tsunami para la prima de riesgo española y la calma gracias a las declaraciones de Draghi durante el mes de julio. Fue como un rescate oral sin compromiso de cumplimiento.

Sin embargo, algo falla.

Merkel sigue preocupada por las decisiones que pueda tomar el BCE. El presidente del Bundesbank la apoya y critica la posibilidad de una nueva compra de bonos. Las ayudas a España e Italia, los problemas de Grecia, la novedosa situación de Chipre, la sombra de Francia… se acumulan y Alemania, fuente de financiación europea, quiere tener claro que no va tirar su dinero. No está la cosa para dejar que se vaya por el desagüe ni un euro de los contribuyentes.

De momento, las autoridades europeas están en un compás de espera observando los efectos que las palabras de Draghi y la actitud más abierta de Rajoy tienen en los mercados. Si van a confiar o es una nube de verano.

Preparen los botes

Pero cuando alguien cuestiona frente a una cámara de televisión la posibilidad de que esa confianza representada por la prima de riesgo no sea tan sólida como parece, te tachan de alarmista e irresponsable. Resulta que es mucho más efectivo negar la posibilidad de dudar. Como cuando una persona aterrada te mira a los ojos y te grita “¡Cálma que no pasa nada!”. Ahí sabes que la cosa es grave.

Pues eso es lo que está pasando. Porque la gente no es idiota. Cuando los mercados analizan datos como que este semestre el gobierno central ingresó 44.879 millones pero gastó 87.967 millones, reaccionan. Y es preferible explicarle a los españoles que el camino es el adecuado pero a la UE le preocupa el cómo y el cuándo, que se han tomado medidas pero el gasto sigue aumentando, que lo que asusta a Rajoy no son las nuevas medidas, que probablemente no habrá, pero sí la firmeza y el timing con que se van a exigir las ya proyectadas. En resumen, que puede ser que a la vuelta de verano (y esperemos que no antes) Rajoy pida ayuda al FEEF y el cinturón se nos apriete hasta donde haga falta sin miramiento.

Es este “efecto paradójico” que llaman los psiquiatras el que mantiene en vilo a la mayoría de los españoles. Vale más preparar los botes sabiendo la razón que negar la realidad y que sobrevenga todo como caído del cielo. Pues eso: prepárenlos.

La degradación institucional y la crisis

La sociedad es un sistema complejo. Es una institución espontánea generada porque somos seres sociales y nos sale más rentable como especie vivir en comunidad. La vida en sociedad durante tantos miles de años ha dado lugar al surgimiento espontáneo de instituciones humanas. Tanto Carl Menger como Hayek como muchos otros autores han estudiado este carácter espontáneo de las mismas. Otros autores se han dedicado a analizar las instituciones desde otros puntos de vista. Incluso, en el siglo XX, ha aparecido la llamada Escuela Institucionalista, la corriente neoinstitucionalista, y se ha reconocido su labor, de alguna manera, con la concesión del Nobel de Economía hace unos años a Williamson y Ostrom.

Precisamente, Elinor Ostrom, recientemente fallecida, estudió cómo los procesos biológicos tan complejos necesitan de un grado tan alto de diversidad en el manejo de los problemas que surgen como elevado sea el nivel de complejidad del sistema. Es lo que el biólogo W. Ross Ashby describió en Desing for a Brain: The Origin of Adaptative Behaviour (1960), en el que postulaba la «ley de la variedad requerida», que explica que cualquier sistema regulatorio requiere una variedad de acciones a realizar tan grande como variedad de acciones exista en el sistema a regular.

Si la sociedad es un sistema natural complejo, esa máxima también es aplicable, y se podría interpretar que la variedad en las soluciones posibles permite alcanzar el mejor resultado posible. Sin embargo, este es un tema complicado. La razón está en que, una vez que se establecen con firmeza las instituciones sociales, y una vez que son ocupadas por rent seekers, no hay nada que hacer. Se trata de buscadores de rentas que consiguen un puesto privilegiado desde el cual, independientemente de su desempeño en tanto que servidores públicos, conseguir rentas sea pecuniarias, sea como privilegios, favores, o puestos de trabajo para sus familiares y amigos. La «okupación» de las instituciones por este tipo de personajes trae consigo el enquistamiento y esclerotización de dichas instituciones. Así, es imposible que se dé la «ley de la variedad requerida» de Ashby, simplemente porque la evolución necesaria de estas instituciones, la necesaria variedad institucional que permitiría una resolución más eficiente de los problemas y crisis sociales se ve frenada por las acciones de estos buscadores de rentas.

Al statu quo no le conviene que las cosas cambien, incluso para bien.

En medio de la crisis que estamos padeciendo, vemos cómo el sistema de instituciones que constituyen las administraciones del Estado español, en concreto las comunidades autónomas, está hipertrofiado, genera mucho gasto, es ineficiente y nos cuesta mucho dinero a todos. Lo mismo sucede con las televisiones públicas, con las universidades, los aeropuertos…

Pero a pesar de lo evidente de esta sobredimensión, el gobierno recurre al despido, a pequeños recortes, a medidas taimadas e insuficientes.

¿Qué sería lo suyo? Cerrar las instituciones obsoletas y permitir la competencia institucional. Y si hay servicios que la población decide que deben ser de cobertura universal, el Estado se puede ocupar subsidiariamente de esa oferta de la que nadie se haga cargo… mientras nadie se haga cargo.

Es decir, si surgen oferentes de servicios privados dispuesto a proporcionar cobertura de servicios allá donde otros no llegan, el Estado no debería ser un obstáculo.

Todo esto suena muy bien en teoría. Pero requiere para que funcione de una regulación de la función pública y de las instituciones públicas de manera que no puedan ser «okupadas» para beneficio de esos buscadores de rentas de todos los partidos, que piden cada vez más, que no permiten alternativas institucionales porque no pasan el filtro de la comparación, y que son protegidos por el entramado político a costa del sufrido pagador de impuestos.

Como esa regulación (o revolución institucional) debería provenir de dentro del sistema, es poco lo que podemos esperar. Al menos, nos queda el consuelo de la consciencia, de saber que nos están defraudando y que hay más alternativas. Y votar en consecuencia. O no votar.

Publicado en http://www.juandemariana.org

Lorenzo Ramírez lo dijo: «Las cajas serán rescatadas por los contribuyentes»

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Transcribo el artículo de Lorenzo Ramírez de enero del 2011. Ha pasado un año y medio. Sin palabras. Fue censurado.

<< La «bomba de relojería» que encontró el diario británico Financial Times en un armario de la economía española está a punto de estallar. De nada han servido los intentos de la vicepresidenta económica de convencer a los mercados y a los sufridos contribuyentes de la capacidad del sector financiero para salir de la crisis sin la ayuda estatal.

Salgado mintió en la cadena norteamericana CNBC sobre el estado de las cajas, al igual que lo hizo Zapatero en los inicios de la recesión y del mismo modo que el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, un hombre que tiene carnet del PSOE y que ayudó al partido a mantener el poder en 2008 ocultando el verdadero estado terminal de la economía española.

Ya nadie puede ocultar la verdad, especialmente después del reportaje que nos dedicó ayer uno de los diarios más prestigiosos en lo que a finanzas se refiere. El rotativo norteamericano The Wall Street Journal avanzó algo que en estas páginas se había contado muchas veces, la última a principios de esta semana: los políticos han llevado a casi la mitad del sistema financiero al borde del precipicio y ahora hacen falta decenas de miles de millones de euros de los contribuyentes para salvarlo.

Todos la prensa salmón nacional da hoy detalles sobre el proyecto de salvamento de las cajas de ahorros, una iniciativa con la que se pretende evitar el desastre universal y que puede, al mismo tiempo, ser la puntilla que provoque la suspensión de pagos. ¿Por qué? Es bien sencillo: ahora mismo el Estado no tiene fondos para salvar a las cajas de ahorros y existen muchas dudas de que pueda conseguir el dinero en el mercado (emitiendo deuda, es decir, vendiendo papelitos) a un interés asumible para las maltrechas arcas públicas españolas.

Irlanda tuvo que se rescatada porque el Estado respaldó a un sistema financiero que, a pesar de haber aprobado las pruebas de resistencia de Bruselas (test de estrés), estaba quebrado. Ahora muchos temen que España esté en una situación parecida debido a las barbaridades que han hecho muchos consejos de administración de cajas de ahorros, un hervidero de intereses políticos y sindicales que nunca deben afectar a decisiones financieras, porque cuando ocurre la caída está asegurada.

El diario Expansión destaca que «Ordóñez pide cambios normativos para capitalizar las cajas» y anuncia que el Banco de España «ha marcado en un documento para inversores los cambios regulatorios necesarios para capitalizar las cajas, entre los que plantea las inyecciones de capital público».

Plantea que, «si es necesario», el fondo de rescate bancario español (llamado FROB) podría aportar financiación adicional a las cajas, en forma de préstamos temporales mediante participaciones preferentes. «En última instancia», considera la entrada directa del Estado en el capital de las entidades de forma temporal, lo que supondría una nacionalización parcial.

Por su parte, El Economista da por hecha está nacionalización y asegura que «el Estado podrá estar cinco años en el capital de las cajas». Además dice que el Ministerio de Economía llevará a cabo el cambio legal cuando cierre la reforma de las pensiones:

«El Gobierno quiere solucionar cuanto antes la situación de las cajas de ahorros, una espada de Damocles para la economía española. Economía y el Banco de España mantienen contactos con la idea de que el FROB, a través de bonos garantizados por el Estado, adquiera acciones o cuotas participativas para apuntalar la solvencia de las cajas que lo necesiten».

Para evitar dar la sensación de una nacionalización, el Gobierno «dará carácter temporal a su entrada, con un periodo máximo de cinco años, tras los que las cajas rescatadas deberán recomprar los títulos», explica el periódico que, en su Editorial, considera que las fusiones frías (SIP) «no han terminado de propiciar la reestructuración suficiente» y el Frob concede unas ayudas que luego hay que devolver a unos «intereses elevadísimos».

El Economista denuncia que estos «son los parches que se apañaron fruto de que Zapatero se empeñase en negar las dificultades«.

Y por último, Cinco Días, el buque económico del Grupo Prisa, intenta salvar la cara al Gobierno. El diario atribuye la nacionalización a la responsabilidad del Ejecutivo y a su «empeño por recuperar la credibilidad de los mercados«. Cifra el coste máximo del rescate en los 7.500 millones y felicita el que responsables gubernamentales «entren en los consejos de las cajas de ahorros que se recapitalicen». Pero, nuestro sistema financiero… ¿no era el más sólido del mundo? >>