Hablaba Joan Manuel Serrat en su canción Los Macarras de la Moral de los chulapos del gazapo. Denunciaba a quienes atemorizan a la gente para asegurar una supuesta virtud, que en realidad no es tal. Esa gente que manipula nuestros sueños y nuestros temores, sabedores de que el miedo nunca es inocente.
Curiosamente, esos versos, dedicados a la ranciedumbre de una moral puritana y estrecha de una época que no es la actual, encajan, hoy en día, en un ámbito completamente diferente. Ya no es que viene el coco, sino que vienen los «troikos», o que viene Merkel. Ni una feminazi le ha echado narices y se ha atrevido a decir que es un ataque a una mujer porque es mujer. Tampoco lo hicieron con Thatcher. Al revés. Es notable el afán por masculinizar a Merkel de muchas supuestas «guerrilleras de la mujer». Yo, feminista individualista, me río de ellas en su cara y expreso desde aquí mi más profundo desprecio. Hipócritas. Macarras de la moral de género, se os llena la boca atacando los anuncios de Dolce & Gabbana y lanzáis al aire en twitter preguntas cargadas de bilis como «¿No os habéis preguntado por qué Angela Merkel no tiene hijos?«. Pero, si se cuestiona la profesionalidad de alguna de vuestras gurús de pacotilla que viven de las subvenciones, entonces montáis en cólera y acusáis al que se ponga por delante de lo que haga falta. Falsas y cobardes. No merecéis la libertad que tenéis, por la que lucharon mujeres que no ataban sus bragas al poder político, sino que reclamaban igualdad de oportunidades.
El otro día presencié en un bar de La Latina, en Madrid, una situación que me recordó a lo que sucede en Europa. Seis de la tarde. Un grupo de exaltados futboleros mazados, medio borrachos, entran en el bar y piden cervezas. Uno se erige en portavoz. Eran como quince: «¿Pido pinchos?» «Sí, sí, pinchos de tortilla para todos». Los que estábamos tranquilamente tomando café aguantamos estoicamente la invasión. Sábado, fútbol, buen tiempo, fiesta.
En un momento dado, una vez bebidas las cervezas, piden la cuenta para irse. Pero les parece mucho. Ninguno de ellos contaba con los pinchos de tortilla que el portavoz había pedido en su nombre y que estaban saliendo de la cocina. Y se van sin pagar. La camarera, sale detrás de ellos. Al cabo de un rato, vuelve con tres de los quince, uno de los cuales, sereno, parece dispuesto a hacerse cargo de la factura. Aparecen cuatro más, de los más chulos, mazados y exaltados. Se le encaran. «¡Puta!». Ella les hace una peineta. «¡Pagad lo que habéis pedido!». «¡Ladrona! Nos quieres cobrar de más, porque yo no he pedido esos pinchos». Y ella, sin arredrarse: «Yo vivo de mi trabajo y si no has sabido calcular es tu problema, te he puesto lo que has pedido. Paga».
Nadie se plantearía si ese tipo, musculitos o no, alto o bajo, es del sur o del norte, si trabaja en una mina o es dependiente de El Corte Inglés. Ese, si se va sin pagar, es un jeta y un ladrón. Todos los presentes entendimos que si uno, en nombre de todos, pide algo, todos se hacen responsables, o bien, en última instancia, paga el que pide. Nadie pensó que los camareros eran unos aprovechados porque habían preguntado «¿queréis algo de picar?» o por cumplir la comanda y preparar quince pinchos de tortilla. Nadie se planteó si la camarera era cruel por exigir el pago de la factura. Nadie pensó que ella debería pensar en el grupo de quince, en vez de limitarse a servir lo demandado.
Pero la cosa cambia cuando nos ponemos en el papel de quienes consumen crédito. Alemania «se aprovechó» de los tipos bajos españoles. Eso es lo que hace un inversor ¿no? ¡No! Lo hace un especulador, que es en sí mismo un ser malvado. Y un consumidor ¿»se aprovecha de» Cortefiel, Mango o H&M cuando tienen los precios bajos?. O los franceses que cruzan la frontera para comprar tabaco en España ¿abusan?. O los españoles. No. Nosotros no nos aprovechamos de nadie, aprovechamos la oportunidad. El resto del mundo se aprovecha de nosotros. Sutil diferencia.
Cuando una mujer sola se enfrenta a los insultos de cinco personas para reclamar lo que le corresponde es valiente. Merkel es una desalmada que no tiene hijos porque la naturaleza es sabia. O como decía José Carlos Díez en su charla en TED Retiro, es la peor desgracia que le ha pasado a Europa. Nos quiere hacer pagar lo adeudado. Un espanto.
1) Los que deben el dinero son los bancos españoles, no los ciudadanos (que son los que lo están pagando)
2) ¿Es que los bancos alemanes no tienen que asumir ni una pequeña parte del riesgo de sus inversiones?
3) Pura demagogia esa comparación con lo de los pinchos.
1) y 2) Es casi exactamente lo que yo iba a decir.
¿Hay mala fe en la camarera? ¿Hay mala fe en Merkel? esa es la sutil diferencia entre ambas.
La camarera fue muy lista, mucho más que un banco alemán, por lo que se ve, preguntó si querían picar algo y se aseguró se de que por el aspecto no eran indigentes y de que podrían pagar la cuenta, puesto que a un indigente no le ofrecería comer algo, es más pediría el dinero de la caña por adelantado.
Merkel se comporta diferente, exige el pago de una deuda ilegítima, por que esta deuda privada se convirtió en deuda pública ilegítima, en el momento en que ningún ciudadano español fue consultado para aprobar rescatar a los bancos alemanes con el dinero destinado para sanidad o educación.
Por otro lado nadie obligó a los bancos Alemanes a prestar por encima de sus posibilidades, sin antes asegurarse de cobrar. A no ser que su intención no solo fuera seguir fabricando dinero fíat, fuera también aprovechar la deuda para apoderarse de la soberanía económica de los países del sur. Invirtiendo mas tarde en la sanidad privada, seguros privados y educación privada, aprovechando el ya sabido fracasado resultado de las políticas económicas instigadas por esas mismas instituciones financieras.
A medida que veo como casi Alemania y media UE está en recesión, tengo más claro que nadie hunde su propia economía, incluida Alemania, sin no espera recibir frutos a cambio, como empresas españolas a precio de saldo y participación en las privatizaciones de recursos y servicios públicos en los países deudores.
También, resulta patético ver como mentes privilegiadas son capaces de hacer ejemplos o frases simplistas de situaciones complejas, para intentar demostrar infundadas teorías que solo benefician a la élite financiera, la que paga sus sueldos; «hemos vivido por encima de nuestras posibilidades», «nadie puede gastar lo que no tiene», «en un hogar no se puede gastar mas de lo que se ingresa», idiotizando el lenguaje, como si el crédito no fuera una posibilidad que hizo a todos capitalistas, como si el crédito no fuera la misma levadura del capitalismo o como si la economía de un hogar fuera comparable a la de un país con posibilidad de políticas monetarias, de salarios, etc…
Madre mía. Es increíble lo doloroso que resulta para la gente que le recuerden la importancia de la responsabilidad personal, de la asunción de las consecuencias de los actos propios, y en definitiva que nadie puede hacer las cosas por nosotros. Decir que con deuda pública se arregla todo no sólo es idiotizar el lenguaje, es mentir. Que el rescate bancario fuera una vergüenza propia de una monarquía medieval absolutista no implica que la deuda sea ilegítima. Sólo es ilegítima si no se contrae voluntariamente.
¿Demagogia? Demagogia es decir que los pinchos «es diferente». Que la macroeconomía «no es lo mismo». Que es bueno robar al que tiene mucho, pero no al pobre.
Estimado David. Supongo que te estás refiriendo a los empresarios que se endeudaron, que dejaron enormes pufos en los bancos, y cuyo rescate estamos pagando los ciudadanos. Yo he tenido la enorme suerte de no tener que endeudarme nunca. Y sin embargo estoy pagando parte de la orgía de crédito y ladrillo que vivió este país. Si, yo. En forma de subida de impuestos y de recortes en servicios públicos. Si defiendes la responsabilidad personal y la asunción de las consecuencias de los actos propios, supongo estarás de acuerdo en que ha habido muuuchos en este país que no lo han hecho.
Y lo de los pinchos, en fin. No lo voy a comentar porque es demasiado ridículo. Pero te diré que hay una cosa que se llama medir el riesgo que todos los bancos deben hacer antes de lanzarse a una inversión. También los alemanes.
Un saludo.
Item más: Merkel hace lo mismo que hace Rajoy y, antes, Zapatero: defender a sus bancos. Es decir, a sus jefes. El único dato que nos falta para saber cuándo van a parar la crisis es conocer en qué consejo de administración se sentará Merkel cuando deje de ser cancillera. En cuanto a Rajoy, dado que el objetivo último de la política económica actual es privatizar la seguridad social, yo apuesto por, digamos, MAPFRE.
A mí me ha encantado.
Acertado el símil, valiente la defensa de la Merkel y altamente inteligente el llamado a asumir la responsabilidad sobre los actos públicos que implican la pertenencia a una comunidad, sociedad o Estado. En Latinoamérica es naturalmente visible la rapiña de los banqueros, el asalto de las multinacionales y el saqueo de los politiqueros; todos ellos con su patente de corso otorgada por la maquinaria gringa, Y NUNCA UN MEDIO INFORMATIVO HA ATACADO DE NINGUNA MANERA la hipocresía, estupidez u oportunismo de los gringos. Excelente, como siempre, tu escrito.
Pero hablemos de moral. Obviemos que hay gente en el bar que está pagando lo que dejaron sin pagar los macarras y supongamos que la camarera consigue que lleven presos a los cuatro o cinco que han vuelto.
Los macarras de la moral han sido llevados ante el juez. Algunos alegan estado de ebriedad, otros desconocimiento. Tres de ellos tienen hijos pequeños; otro no tiene trabajo pero sí un piso. Y supogamos, para poder sacar conclusiones significativas al caso que nos ocupa, que pidieron tanta tortilla como el equivalente al 200% de su renta anual conjunta. ¿Cuál ha de ser la pena impuesta? ¿Deben ser embargadas toda su renta y posesiones?
un apunte más. El juez decide que sea la camarera la que dicte sentencia y ésta impone una pena que consiste en el embargo de la totalidad de las rentas salariales de los imputados. Pero decide que el alquiler (renta del capital) que percibe el que tiene el piso no se toque. Entonces uno de los otros, que tiene dos hijas pequeñas le dice a Frau Merkel: ‘si tuvieras hijos…’
Si la auténtica Lady Godiva regresara a este perruno mundo… La tesis del artículo es falaz: las deudas equiparadas no admiten equiparación. La de los clientes bravucones y caraduras, por lo que se nos cuenta, es legítima y voluntariamente contraída. La de los esclavos fiscales españoles no es voluntariamente contraída y es ilegítima.
Tomando la cifra oficial de deuda estatal (que es propaganda falseada a la baja), debo unos 20500 euros, aunque yo no me haya endeudado. Esto no solo favorece una cultura de la irresponsabilidad, sino que es todavía mucho más grave. ¿Qué derecho tienen mis vecinos a endeudarme sin mi consentimiento? ¿O qué derecho tendría yo a endeudarles si me tragara el falsario dogma de los amos? Ninguno. Y por eso no podemos delegar un derecho que no tenemos en nuestros «representantes» (amos, en realidad, que se arrogan los poderes que les vienen en gana). El principio de cumplimiento de los contratos está subordinado a otro de carácter fundamental: el principio de no agresión. Los contratos en los que dos partes se ponen de acuerdo para agredir y violar los derechos de un tercero son ilegítimos. Esto incluye los contratos de asesinato, los de compra-venta de esclavos a la antigua usanza y los de compra-venta titulizada de esclavitud fiscal (deuda estatal, etc.: la forma de esclavitud que ahora se lleva, que se ha desarrollado hasta extremos nunca vistos y que los amos quieren perfeccionar más todavía).
El meollo de la cuestión es que somos cabezas de ganado en una granja fiscal. Y no, las vacas no son las dueñas de la granja. Quien no comprenda esto vive en un mundo de fantasía.