La buena educación

Más de una vez me he encontrado por la calle alguna persona de otro país, con aspecto de no tener muchos posibles, que me ha parado con la mirada y el gesto, y sin hablar, me ha pedido que le indique dónde está una calle, simplemente mostrándome un papel con una dirección escrita (una vez me preguntaron en mal francés cómo se iba a París en autobús).

Me he sorprendido esta mañana al leer que un tipo va a publicar un libro sobre «anécdotas de farmacia» recopiladas por unos cuantos profesionales del ramo, pero en lugar de hacerme sonreír (que era lo que esperaba del titular) me he abochornado.

Aspirinas fluorescentes, por efervescentes, calmantes contaminados, por vitaminados, profiteroles por profilácticos, supositorios de nitroglicerina por glicerina y agua exagerada, por oxigenada…

… «Consuelo, dame esa pomada roja y negra… El trono del Cid, que me va tan bien para las piernas» (era Trombocid y se vende en una caja amarilla y negra).

… la mujer murciana que se quejaba al farmacéutico de que su médico casi le había echado de la consulta por pedir sexo oral, cuando lo que realmente quería era una receta de Sexorat. Y el de otra señora, que le encargó a su marido que le comprara anillos de los Nibelungos, cuando realmente lo que quería eran unos anillos vaginales de la marca Nuvaring.

«He oído en la tele lo del tikis mikis [por el parásito anisakis] del pescado y quiero algo para fumigarlo y poder comer pescado fresco», dice una señora.

¿No pueden apuntarse en un papel lo que quieren?¿hay que hacer alarde de la estupidez? ¿si eso es así en un tema como los medicamentos y la salud, qué esperanza cabe en la política?

Como le decía ayer a un amigo en el sitio que él y yo sabemos, tenemos los políticos que nos merecemos, no ya por la carencia absoluta de valores, o por la degradación moral, o por algún motivo elevado. Es simple y llanamente porque alardeamos de lo palurdos que somos, exhibimos la zafiedad, adoramos lo vulgar, y lógicamente no queremos otra cosa más que políticos palurdos, zafios, vulgares… uno de nosotros.