Pero en la mayoría de las ocasiones, los economistas, y en especial si son docentes, son muy dados a decir todo tipo de tonterías disfrazadas de «mona vestida de seda». Con suerte volvemos a los lugares comunes, a la ortodoxia, lo que todo el mundo sabe (ver entrada Crónicas de un pueblo al rebufo).
Nadie quiere darse por enterado de que hay que tomar medidas desagradables, nadie quiere oír «se acabó lo que se daba». Los empresarios quieren que bajen los tipos de interés, aunque eso signifique un aumento de los precios, una distorsión de las señales de los mercados. También piden ser expropiados, rescatados, subvencionados…
Los trabajadores quieren que suban los salarios, que les aseguren el puesto de trabajo, que se mantengan las prestaciones.
Los jóvenes siguen queriendo un piso, copas gratis, no estudiar, vacaciones permanentes.
Los sin papeles se manifiestan porque quieren papeles, trabajo, casa, y lo mismo que el resto, solamente por llegar a este país.
La catedrática de Economía Aplicada de la Facultad de CC. Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, Cecilia Castaño, ve una oportunidad para que las mujeres alcancemos los puestos directivos (negados hasta ahora) en las empresas para «limpiar los destrozos que han hecho estos directivos jovencitos». Textual. Tiene ocho proyectos de investigación financiados con impuestos dedicados a las desigualdades de género (las mujeres y el metal, las mujeres y la tecnología, las mujeres en Andalucía, las mujeres en las comunidades autónomas, las mujeres y la e-gualdad…), así que tampoco es de extrañar.
También ha dicho que para qué flexibilizar más el mercado laboral si ya tenemos un 30% del empleo copado por el trabajo temporal, que con la legislación vigente, nuestro mercado laboral es suficientemente flexible… No sé si es necesario que argumente en contra. Las cifras cantan: Doing Business 2008, Index of Economic Freedom 2008.
No gusta nada analizar las crisis anteriores, los modelos y supuestos obsoletos en los que se han basado las medidas catastróficas de los banqueros centrales, y desde luego, no se va a tomar en consideración las teorías, propuestas y opiniones de quienes defiendan medidas dolorosas, poco agradables, por más realistas que sean.
Por eso vende tan bien la idea de que sin banco central no amanecería más, o que si no estás con ellos eres un revienta-sistemas. El sistema de bancos centrales con monopolio e emisión de moneda no es parte de la evolución del sistema económico, es una imposición históricamente muy reciente, forzada por el poder político para poder transformar los precios en instrumentos de política de manera que dejen de ser lo que naturalmente son: las señales del mercado para oferentes y demandantes.
Pero decir eso en la televisión o en la radio no es correcto (excepto en el programa de Susana Criado en Radio Intereconomía) y hay que aprovecharse de la situación,sacar la bola de cristal y decir lo que se espera, que todos necesitamos ayudas y queremos ser abducidos si eso implica una subvención. ¿Nadie se pregunta de dónde sale ese dinero y cómo vamos a pagar el coste de la ayuda?